"En el
preciso instante”
Bajó del colectivo y miró
hacia el cielo, estaba todo encapotado. La tormenta ya no esperaría
más y aún le quedaban las cinco manzanas que lo separaban su
casa.
“¿Por qué siempre
sucede así? Sales sin paraguas y se larga la tormenta del siglo;
sales con él y el sol raja la tierra.”
El viento comenzó a
soplar con más fuerza. Aquí y allá se levantaban remolinos de
hojas y polvo. Entrecerró los ojos y bajó la cabeza para evitar que
le entrara tierra en ellos.
“¡Lo que me faltaría!”
Enfiló para su casa y
comenzó a caminar apresuradamente para llegar lo antes posible. Un
trueno se oyó a lo lejos y las primeras gotas comenzaron a golpear
el pavimento.
“No voy a lograrlo. Esta
lluvia me va a dejar echo sopa antes de que llegue.”
Esas cuadras carecían de
negocios por lo que no había un solo alero lo suficientemente
decente para resguardarlo del inminente aguacero que poco a poco
comenzaba a ponerse serio.
“Igual sería inútil
estas cuadras se inundan con facilidad y el agua siempre llega hasta
los umbrales de las casas. Sería mejor seguir en vez de detenerse...
¿Cuando se dignarán ha realizar las obras para que esto cambie?”
El viento se incrementó y
los arboles lo demostraron torciendo su ramas, haciéndolas crujir.
Se sorprendió al darse cuenta que ya había recorrido dos de las
cuadras que lo separaban de su hogar.
“Capaz que lo logro.”
Otro trueno estalló mucho
más cercano, haciendo que sus esperanzas se extinguieran
rápidamente. Apresuró aún más la marcha, mientras que los
relámpagos comenzaban a verse con intensidad creciente.
“Tendría que haber
salido con el paraguas. ¿Por qué no agarré el maldito paraguas?”
Una luz cegadora seguida
de un gran estallido sobre su cabeza fue la obertura para que la
lluvia se desatara con toda su furia. Comenzó a correr. Solo le
faltaba una cuadra, por lo que no ahorró energías.
“¡Lo sabía! Sabía que
me iba a dejar echo sopa antes de llegar.”
Se pegó a la pared en los
últimos metros con la esperanza de mojarse menos. Pero fue en vano,
las gotas frías como el hielo lo aguijoneaban sin piedad.
“¡Hoy termino
engripado!”
Llegó a la puerta de sus
casa ya con la llave en la mano, la abrió en tiempo récord y se
lanzó adentro inmediatamente... pero era tarde...
“Chorreo de pies a
cabeza.”
Encendió las luces pues
la que se filtraba por las ventanas era escasa. Se quitó rápidamente
la ropa mojada y buscó un toallón. Sentía frío por lo que se
apresuró a secarse y cambiarse de ropa. Luego se dirigió a la
cocina y se preparó un café.
A través de la ventana,
los relámpagos iluminaban el cielo casi negro por las nubes de
tormenta y los truenos resonaban iracundos mientras la lluvia azotaba
el pavimento.
Le dio un sorbo al café y
toda su percepción cambió. A través de la ventana, la tormenta ya
no se veía tan amenazante.
Le dio otro sorbo al café
y las luces de la casa se apagaron súbitamente.
“Pero la p...”
Fin.
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